Responsable, para garantizar el cumplimiento de sus compromisos y acuerdos cotidianos.

Autónomo, para tomar sus propias decisiones con firmeza dentro de unos principios ético-morales

Respetuoso, de las diferencias de los demás que le permitan interactuar con armonía.

Honesto, para actuar con pulcritud y decoro en cada acto de su vida.

Solidario, en las justas causas en procura del bien común.

Con sentido de pertenencia, para sentirse identificados y orgullosos de su origen, de su propia cultura, tradiciones, de su familia, de su patria y de su institución, con el fin de amarlos y defenderlos cuando haya razones de ofensa.

Analítico, crítico y asertivo, para el desarrollo de una personalidad con criterio, capacidad de discernimiento ante los aciertos y errores propios, de los demás y de los fundamentos sociales, con capacidad de expresión de sentimientos.

Creativo, capaz de transformar el entorno y mejorar el de su institución, buscando el bien común.

Libre, para interpretar el conocimiento y aplicarlo en la transformación de la realidad, buscando siempre el cambio que garantice la promoción humana, individual y colectiva.

Trascendente, para asumir la vida en beneficio propio y de sus semejantes, dejando huella imperecedera en su interactuar.

Tolerante, ante  las diferencias individuales.

Grato, en el reconocimiento de los beneficios recibidos de las personas o instituciones que han intervenido en su proceso de formación, más allá de sus vínculos temporales o permanencia en ellas.

 Participativo, en las acciones de transformación personal y comunitaria, desde diferentes frentes.

 Leal, en la defensa de  sus ideales, benefactores e instituciones encargadas de promover su crecimiento personal y social